De arenas blancas y delfines

Camino a Tulum dormí cual bebe que duerme mucho. Solo fue interrumpido por un control que n se que buscaba, pero nos hicieron bajar y sacar todo del equipaje. Lo que no tenía sentido es que le tuve que explicar que había en cada bolsa (ropa, etc) pero no vieron nada, podría haber transportado lo que sea y era lo mismo.
Era de día cuando llegamos, pero no vimos el mar hasta un rato después porque el pueblo le da la espalda. Sabiendo esto dijimos, "en turismo peguntemos todo lo que necesitamos así no tenemos que volver". Pero no, los colgados agarraron el plano con las cabañas más económicas marcadas, se subieron a un taxi y se fueron. Creo que volvimos a informes tres veces.

La playa de Tulum es blanca y turquesa. La arena es muy finita y fría y el mar tiene la temperatura ideal y es transparente. Mucho Caribe.
Una de las cosas que había que preguntar en informes era sobre los dos lugares que hay en esa costa para nadar con delfines. Xel-ha y xcaret, nos decidimos a ir al primero porque el otro era muy caro (caret).
La onda de Xel-ha es que pagas tu entrada y tenés comida y bebida ilimitada todo el día, el equipo de snorkel, toalla y locker incluidos. Así que llegamos y nos sentamos a desayunar, después era mi turno para nadar con delfines. Es tan lindo, son suaves y muy simpáticos, sonríen, me empujaron por los pies, lo que me asusto bastante, saltaron por arriba de nuestras cabezas, me tiraron agua y hasta cantaron "la cucaracha" conmigo. Juan me sacaba fotos desde afuera. Lo mismo hacía el fotógrafo del lugar, cada gracias que hacíamos, "mira a la cámara y sonreí". La tentación fue muy grande cuando las vi, así que compré dos. Por la tarde snorckeleamos y recorrimos el lugar entrando cada vez que se podía al agua. Después comimos y bebimos libremente.
El resto de los días en Tulum fue playa, playa y más playa.