lunes, 5 de mayo de 2008

Fin del viaje. De rarezas, cenotes y mosquitos

Los últimos días en México fueron raros. Bah, pasaron cosas raras, que no esperábamos que pasaran. El alojamiento fue es más económico y el único con tele en la habitación. Para el desayuno café con leche, pan, manteca (salada), mermelada y banana. Desde ese momento volví a comer es fruta luego de muchos años.

Como ya estábamos en vísperas de carnaval, a la ciudad la encontramos preparada para la ocasión. Lo primero que estaba pautado era la quema de la mala onda. En la revista que nos dieron en turismo decía que se quemaba un muñeco que simbolizaba dicho estado de ánimo. Cómo nos íbamos a perder la oportunidad de presenciar ese importante y original evento!?
Un mundo de gente, muchas adolecentes y a lo lejos, el escenario. El muñeco? La quema? Bien, gracias. Nunca pasó.
Esa noche fue lo más parecido a lo que me imagino es un recital de Luis Miguel o Ricky Martin, pero sin Luis ni Ricky. La joda era quién gritaba más fuerte, por el solo hecho de gritar. Se presentaron unos grupos de baile (punchi) representantes de una cerveza y de la radio que estaba a cargo de la "animación de la noche". Nos rendimos cuando la avalancha de gente se puso "densa". Y ahí termino el carnaval para nosotros...

Una de las grandes tracciones que tiene el estado de Yucatan, aparte de la playa que no conocimos, son los cenotes. Hay un montón en toda la región. Averiguamos algunos detalles y nos decidimos por hacer un recorrido que conoces tres diferentes. Para comenzar la excursión había que ir a un pueblo cercano en colectivo de línea (para no pagarle a una agencia) que nos dejo en la ruta que lo atraviesa, de ahí unos nenes se ofrecieron a llevarnos a la estancia en una bicicleta (algo así, pero techito y un tanto más modesto). Y, finalmente llegamos, bah, ahí la cosa recién comenzaba, pero por lo menos estábamos en el último de los transportes. Ellos los llamaban truc, una especie de carro que va por unas vías, tirado por caballos. Hacia calor, y no sabíamos a donde estábamos yendo, el caballo tenía mala onda y los conductores no nos hablaban... Al final, llegamos. Los cenotes son mágicos, el agua es completamente transparente y de temperatura ideal, algunos peces viven allí. No tardamos en zambulirnos, nadar mirando las estalactitas o estalagmitas y escuchando a los murciélagos que volaban sobre nuestras cabezas. Los tres cenotes eran cerrados, y se hacia cada vez más complicado entrar. En el último directamente había que entrar por un agujero en la tierra por una escalera de dudosa fortaleza. Lamentablemente un rato después llegó un grupo de turistas ruidosos (creo que del país del norte) que rompieron la paz que se sentía en el lugar. Así que volvimos a Mérida, felices y con la piel suave.

La última noche fuimos a comer a un lugar lindo y caro (por lo menos el más caro del viaje) pero que podíamos pagar. Pero eso no fue lo raro, sino que un mosquito (juro que fue uno solo) me pico por lo menos 15 veces en las piernas y a Juan ninguna. Lo extraño de todo esto? Las picaduras no. Que a Juan ni lo tocó, tampoco. Sino que 20 días de viaje, pasando por la selva y recién el último día me encuentro con este insecto tan detestable...

Al día siguiente nos subimos a un avión hacía DF, para unas horas después volver a casa. Fueron unas muy lindas vacaciones.

No?

Más fotos de Méjico http://picasaweb.google.com/asufrita

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